Un famoso psicólogo investigador norteamericano, John Gottman, ha pasado 3 décadas investigando las principales conductas destructivas de la relación de pareja.
En este artículo, describiremos cada uno de los 4 venenos que llevan al divorcio y el antídoto de cada uno.
Las 4 actitudes predictoras del divorcio, que él ha llamado los 4 jinetes del apocalipsis, son:
- El espíritu crítico
- La actitud defensiva
- El desprecio
- El bloqueo evasivo o ley del hielo
1. EL ESPÍRITU CRÍTICO es la tendencia a criticar todo lo que tu pareja dice o hace.
No todo comentario crítico es “espíritu” crítico. Es importante distinguir entre crítica y reclamo. La crítica es destructiva, pero el reclamo es imprescindible, necesario y útil.
La crítica se dirige al carácter, a la personalidad, y va muchas veces acompañadas de “tú siempre” o “tú nunca”.
El reclamo es legítimo y expresa un sentimiento sobre una situación específica; expresa una necesidad, una petición o una preferencia.
El gran problema del espíritu crítico es que impide que se hagan reclamos que son justos y necesarios e impide la resolución de problemas porque pone al otro en actitud defensiva.
El antídoto para la crítica es hacer reclamos sin culpar, usando un comienzo suave o gentil. Evita usar el “tú”, que puede sonar a culpar, y más bien habla de lo que sientes usando frases con “yo” para pedir lo que necesitas de un modo positivo.
En resumen, piensa en estas dos preguntas para comenzar con suavidad: ¿Qué estoy sintiendo? ¿Qué necesito?
Por ejemplo, una frase de crítica es: “Siempre estás hablando de ti. ¿Por qué eres tan egocéntrico?”
Y el Antídoto sería: “Me siento excluida de esta conversación y necesito desahogarme. Por favor, ¿podríamos hablar de algo que me pasó hoy?”
Date cuenta de que el antídoto comienza con “me siento” seguido de “necesito,” y luego una petición respetuosa de que tu necesidad sea satisfecha. No se habla de culpa ni se critica, lo que llevaría la conversación hacia una escalada de desacuerdos.
2. LA ACTITUD DEFENSIVA es la tendencia a sentirse amenazado por cualquier conversación que se refiera a la relación o que se refiera a mí.
La actitud defensiva lleva a rechazar todo reclamo o petición sin darle seria consideración. Ya hemos dicho que el reclamo o la expresión de necesidades es legítima, cuando no proviene del espíritu crítico.
Por esta razón, la actitud defensiva mata el diálogo e impide al otro la expresión de sus necesidades. Las conversaciones necesarias sobre temas delicados nunca llegan a tenerse.
Esta actitud alimenta el conflicto y es una forma de echar la culpa al otro, sin decirlo. Así se impide resolver los problemas. Le estamos diciendo que “el problema no soy yo, eres tú”.
El antídoto de la actitud defensiva es aceptar nuestra parte de responsabilidad en el conflicto, por pequeña que haya sido. Siempre, siempre somos corresponsables de la calidad de la relación.
Un ejemplo de actitud defensiva es: “No es mi culpa si llegamos tarde. Es culpa tuya porque siempre empiezas a vestirte a última hora.”
Un posible antídoto sería: “No me gusta llegar tarde, pero tienes razón. No tenemos que salir siempre tan temprano. Puedo ser un poco más flexible.”
Al hacerse responsable por parte del conflicto (tratar de salir de casa demasiado pronto), a la vez que expresa que no le gusta llegar tarde, este miembro de la pareja no deja que el conflicto escale al reconocer su contribución al mismo. A partir de este punto, la pareja puede trabajar para lograr un consenso.
3. EL DESPRECIO. El dicho inglés “la familiaridad trae el desprecio” lo dice todo. Es frecuente caer en el desprecio de aquellas personas que más queremos.
El deprecio consiste en tratar al otro como inferior y hacerle sentir que no vale nada a tus ojos.
El sarcasmo y el cinismo son formas frecuentes de desprecio, que es un sentimiento de superioridad altamente destructivo.
El antídoto del desprecio es la construcción de una cultura de aprecio y respeto dentro de la relación.
Un lema es muy útil es “Cosas Pequeñas a Menudo”. Si regularmente le expresas a tu pareja apreciación, gratitud, afecto y respeto, creas una perspectiva positiva en la relación, que actuará como una protección contra los sentimientos negativos.
Para crear esta atmósfera de aprecio y respeto, se debe observar la “proporción mágica” del 5:1 de interacciones positivas en relación a las negativas. Si por cada interacción negativa que tienes ocurren cinco positivas, entonces estás haciendo depósitos regulares en la cuenta bancaria emocional y estás manteniendo la solvencia de la relación.
Ejemplo de Desprecio: “Olvidaste otra vez poner el lavavajillas? Uff. Es que eres increíblemente perezoso.” (volteando los ojos hacia arriba).
Antídoto: “Entiendo que has estado ocupado, pero por favor ¿podrías acordarte de poner el lavavajillas los días que yo salgo tarde del trabajo? Te lo agradecería mucho.”
Aquí funciona muy bien el antídoto porque ya de entrada estás expresando comprensión. Así muestras que entiendes que la falla no fue por pereza o malicia, evitas hacer un comentario despectivo acerca de la pareja y no adoptas una postura de superioridad moral.
Mas bien este antídoto es una petición respetuosa y termina con una expresión de apreciación.
4. EL BLOQUEO EVASIVO. Las personas usan este mecanismo cuando están emocionalmente saturadas (hartas de la situación del momento) y no saben cómo escapar de la situación. La persona tiene la intención de evitar que el conflicto escale y vaya a peor, pero suele salirle el tiro por la culata. En vez de bajar la presión la sube.
El bloqueo evasivo puede tomar la forma de responder con silencio y evasión a las iniciativas de conversación del otro. Es usar el silencio y otras tácticas de evasión como lenguaje, cuando hablar es necesario. El resultado es que se bloquea la comunicación emocional.
Cuando las parejas se refugian en la ley del hielo, la presión emocional es intensa, incluso tiene manifestaciones corporales como acelerar el ritmo cardiaco, liberar hormonas de estrés al torrente sanguíneo, ponernos en estado de alerta, todo lo cual nos lleva a responder en modo de defenderse o huir.
De modo que el antídoto a la ley del hielo es la práctica del auto serenamiento fisiológico, y el primer paso es detener la discusión conflictiva y hacer una pausa:
Si dices algo como “Mira, ya hemos hablado esto un montón de veces. Ya estoy harto/a de recordarte que…etc”, vas a aumentar la tensión.
Autoserenarse tiene que iniciarse con algo como: “Cariño, no quisiera interrumpirte, pero me siento abrumado y necesito un respiro. ¿Me das veinte minutos y volvemos a hablar?”
O también: “Yo sé que es necesario que hablemos este tema pero ahora estoy saturado. Hagamos una cita para hablarlo con calma mañana.”
Si no haces una pausa empezarás a “congelarte” o a construir la muralla para aislarte y contener tus emociones o explotarás; o lo harán ambos y ninguna de estas opciones llevaran la discusión a buen término.
Esa pausa debe durar al menos veinte minutos, porque eso es lo que tarda el cuerpo en calmarse fisiológicamente.
Hay que ocupar ese tiempo con algo que distraiga y sea tranquilizante, como escuchar música, leer o hacer ejercicio. Lo que importa es que sea algo que te ayude a serenarte.
Conclusión
En conclusión, si estás usando uno o varios de estos 4 comportamientos destructivos de forma habitual tienes razón para alarmarte, porque puedes estar destruyendo, sin quererlo, tu relación.
La aplicación de los antídotos con certeza mejorará la calidad de tu comunicación.
La buena noticia es que todo esto tiene solución. Tú puedes aprender cómo cambiar estas malas actitudes y transformar tu relación de pareja.